Las dudas y temores que este jueves afloraban en el Palacio de la Moncloa se consumaron a última hora de la noche. De madrugada concluía una reunión entre el secretario general del Presidencia, Félix Bolaños, y el secretario general del PP, Teodoro García-Egea, en un local de Madrid tras constatar que es "imposible" superar los "vetos cruzados" de Podemos y el PP. Una ruptura definitiva de las negociaciones para renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), según fuentes gubernamentales, ante la que está por ver sus consecuencias.
Sin embargo, lo que pasó y precipitó la ruptura no fue el PP sino Podemos. La estrategia del vicepresidente, Pablo Iglesias, fue ‘dejar hacer’ en la negociación entre Gobierno y PP para dinamitar el pacto a última hora recuperando al juez José Ricardo de Prada a última hora como condición sin e qua non para dar luz verde al preacuerdo pactado con el PP. Ni siquiera la mediación del jefe de gabinete del presidente, Pedro Sánchez, con su homólogo de Podemos, Juanma del Olmo, sirvió para desencallar las conversaciones.
Una exigencia de imposible aceptación por el PP al que además Podemos vetaba uno de los vocales propuestos, Alejandro Abascal, a quien Podemos atribuye "una relación personal" con el líder del PP, Pablo Casado y uno de quienes investiga a la formación Podemos. "¿Qué es esto de que metan al juez que nos está juzgando?", deslizan algunas fuentes que lo situaban "fuera de la lista" sin posibilidad de negociación alguna al respecto.
Fuentes de la dirección popular explicaban anoche que tras varios contactos telefónicos "ambas partes constatan que existen escollos, por lo que no ha sido posible alcanzar un pacto". Se hablaba de "diferencias importantes que impiden alcanzar cualquier tipo de acuerdo".