Cada enero anuncio que «este año sí, participo en la Behobia San Sebastián«, y cada noviembre compruebo que »este año tampoco«, Digo »participar«, y no correr, porque correr no es lo mío. Lo mío es andar. Quizás por eso van pasando ediciones y sigo sin estrenar.
Pero este año sí toca: ya tengo mi inscripción y mi dorsal. Como saben, la pandemia se ha cargado también la carrera tal como la conocemos, pero el Fortuna ha inventado una versión 'virtual' que cada uno puede cumplir corriendo o andando, de tirón o por etapas. Son 15 euros de inscripción y, sobre todo, ganas de espíritu positivo. La semana que viene 'patearé' mi Behobia: es una forma de acción ante un panorama cada vez más negro y mi apoyo a la organización en los momentos complicados.
Ante las dificultades, acción. Con seguridad, con precauciones y con toda la complicidad con la gente que lo está pasando mal, porque todos conocemos cada vez más gente cercana que sufre en su salud o en su economía. Ante la tentación de tirar la toalla, arrimemos el hombro.
'Gora bizitza!' Fue el eslogan de Izaro en los seis conciertos que ha ofrecido desde el domingo en el Kursaal. Para ella ha sido como una carrera de obstáculos: la normativa iba reduciendo el aforo, los confinamientos municipales restaban público... Pero ha dado sus seis recitales como una invitación a la vida, seis recitales potentes que muestran a una artista de amplio espectro de estilos y públicos, imaginativa y capaz de reunir y generar mucho talento alrededor. Allí aplaudimos, aunque solo fuéramos 400 por sesión.
Y lo mismo me ocurrió el jueves con la Euskadiko Orkestra. La reducción de aforos ha obligado a la formación a ampliar su número de conciertos y redistribuir a sus abonados en un complicadísimo sudoku. El esfuerzo merece la pena: es otra forma de decir, aunque sea con los violines, «viva la vida». Su programa ahora en marcha, con piezas románticas de Wagner y la alegría de Mozart, dirigido por Michel Tabachnik y con la enigmática cantante Rinat Shaham, es una vacuna contra el virus. Cuidémonos y cuidemos a los de alrededor. Y vivamos también.
La Donostia de Lide Aguirre
Fue periodista en este papel hasta que eligió otros caminos: ya no escribe noticias, sino ficciones. Lide Aguirre (San Sebastián, 1979) logró hace dos años una proeza: se presentó al Planeta, sin padrinos y a la brava, y su novela 'La sombra del cerezo' fue la cuarta más votada entre los cientos de originales presentados. Probablemente fue la primera entre los manuscritos «no apalabrados». Ahora publica en el sello Berenice la sorprendente 'Los trucos de la bestia'. En la aparentemente tranquila Donostia, y en el acogedor Gros, que Aguirre tan bien describe, se cuece una agitada trama de terribles sucesos. Confieso que no es mi género favorito, pero confieso también que me enganché a un relato con costumbrismo donostiarra en la superficie y una 'bestia' en el trasfondo. El talento de Lide Aguirre transforma en intensas páginas las apacibles maneras de la autora en la vida real. Qué revoluciones permite la literatura.
Los 30 años de La Agenda Portátil
Permítanme usar esta esquina final para un aniversario íntimo. O no tan íntimo. La Agenda Portátil, el cuaderno de navegación que publico cada semana, cumple 30 años: el 3 de noviembre de 1990 salió la primera. No es habitual que una sección de periódico se prolongue tanto: se aburre el autor, o el director, o los lectores, pero aquí seguimos tres décadas después, contando la vida txikita en este diario privado/público. Gracias por su paciencia.