«España, igual que otras democracias liberales, necesita un gran pacto nacional para recuperar la confianza. Necesita liderazgos que antepongan siempre el interés de la sociedad, capaces de unir en lugar de enfrentar. Requiere instituciones íntegras, que rindan cuentas y asuman responsabilidades en función de sus resultados. Requiere empresas con propósito, que creen valor para toda la sociedad. Requiere un capitalismo inclusivo»
Nuestra democracia necesita capital social. Los populismos lo destruyen. «Así como cualquier revolución se come a sus hijos, el fundamentalismo descontrolado del mercado puede devorar el capital social esencial para la sostenibilidad del propio capitalismo». Comparto esta afirmación de Mark Carney, aunque hoy iría más allá. No solo el futuro del capitalismo depende de la solidez del capital social, también la fortaleza de nuestras democracias liberales.
España necesita capital social. Lo necesita nuestra economía y lo necesita nuestra democracia. Hoy muchos ciudadanos han perdido su confianza en el sistema.
En 1989 las democracias liberales conseguimos derrotar al comunismo y tres mil millones de personas abrazaron la ética del capitalismo. Abrimos un horizonte de prosperidad y libertades. Sin embargo, la crisis