Se acabaron los discursos de odio que han llevado al país al borde de la guerra civil. Donald Trump se ha ido y Joe Biden promete ser «el presidente de todos los estadounidenses» porque «con unidad podemos hacer grandes cosas». Su sagrada promesa es luchar con la misma fuerza por quienes le votaron que por quienes no. «Escuchadme mientras avanzamos», suplicó. «Tomad la medida de mi corazón y si no os gusta, estáis en vuestro derecho».
En su primer discurso como jefe de estado, el 46 presidente de EEUU reconoció ante una ciudad vacía y militarizada que el verdadero reto es «restaurar la decencia y defender la democracia». Así de básicos son los objetivos de un mandatario al que el 70% de los republicanos considera ilegítimo, convencidos por Trump de que las elecciones fueron fraudulentas. «Hay verdades y hay mentiras», subrayó Biden. La clave para alcanzar la unidad que busca será recuperar el consenso sobre la verdad.
A sus 78 años, después de haber pasado 47 en el gobierno que ahora preside, Biden admitió estremecido que ha visto la fragilidad de la democracia de la que siempre ha presumido su país, pero está convencido de que eso no es una señal de debilidad. «A los que están más allá de nuestras fronteras, EEUU ha sido puesto a prueba y eso nos ha hecho más fuertes».
Tiene también una nutrida agenda política, desde proteger el medio ambiente del cambio climático a hacer realidad el sueño largamente pospuesto de dar a todos los estadounidenses «un verdadera oportunidad», en una sociedad que ha dejado atrás a las minorías en su búsqueda de bienestar social. Como prueba de su compromiso con la diversidad, Kamala Harris se convirtió poco antes del mediodía hora local en la primera mujer que pone su mano sobre la Biblia para jurar el cargo de vicepresidenta. Le tomó el juramento la primera jueza hispana del Tribunal Supremo Sonia Sotomayor, nombrada por Barack Obama. Harris es también la primera afroamericana en ocupar el cargo y la primera de origen asiático. A sus 56 años tiene muchas posibilidades de convertirse en presidenta, antes o después de que Biden acabe el mandato de cuatro años que acaba de comenzar.